Hemos tenido una semana muy buena en cuanto al tiempo se refiere. Si no recuerdo mal, en toda la semana apenas llovió el viernes, lo cual es todo un logro. Pero este cambio de tiempo justo al final de la semana nos hizo temer por la excursión que teníamos planeada y buscar otras alternativas por si acaso.
El plan consistía en salir más temprano de lo habitual para ir a Glendalough, paraje precioso que se encuentra a una hora al sur de Dublín. Como su nombre indica en gaélico, (Glen = valle, da = dos, lough = lagos), a lo que se va principalmente aquí es a ver sus dos lagos rodeados por un entorno idílico de montañas y vegetación que bien podría tratarse del esperado por Piecito en “En busca del valle encantado”… Además tiene unas ruinas de un monasterio del siglo VI, con lo que uno se puede pasar todo un día si le gusta disfrutar de todo esto. El tiempo mínimo para poder apreciar algo de su belleza son dos horas, pues con menos no te da tiempo a llegar a poder ver el segundo lago, que es el más grande de los dos y el que tiene las mejores vistas.
Así que llegamos al parking de Glendalough y comenzó a chispear. Nos pertrechamos con jersey y chubasquero, más la mochila con el lunch y salimos a caminar. Hacía fresco sin llegar a hacer frío, y al empezar uno a caminar se estaba bastante a gusto. Chispeó de vez en cuando pero nunca nos llegó a llover, por lo que el paseo fue de lo más agradable. Además, gran parte del camino se hacía bajo las copas de inmensos árboles.
Aprovechamos para sacarnos fotos y cómo no, jugar al fútbol en una zona que había junto al comienzo del gran lago. También investigamos un poco entre las ruinas antes de volvernos a la guagua, rumbo a Wicklow.
Y es que al final se había decidido partir el plan en dos partes por si hacía mal tiempo. Wicklow nos quedaba bastante de paso de vuelta a Rockbrook y nos ofrecía un plan a cubierto, requisito fundamental aunque repito que nos salvamos de que nos lloviese (a nosotros, porque a otros grupos de Rockbrook que fueron de excursión para otra zona de Irlanda les cogió el chaparrón de cabo a rabo). En Wicklow nuestro objetivo era su antigua cárcel, ahora convertida en museo. Tras darnos dos charlas ambientadas sobre sus datos históricos y el comportamiento que se debía tomar durante la visita, se dio carta blanca a las hordas de orcos para que recorriesen a sus anchas todo recoveco de la prisión, desde los calabozos hasta su tercer piso, además del patio interior. Estuvo muy simpático, puesto que aquello era una mezcla entre casa del terror y museo de cera, pues con la misma unas celdas tenían maniquís simulando presos, como elementos de tortura, armas o materiales de la cárcel, o relatos y datos históricos.
A lo tonto se nos pasó el rato de la visita y ya había que volver para Rockbrook, donde dio tiempo a que jugasen un partidillo de fútbol los valientes que no temían a la lluvia, pues aquí sí que llovía. Y cuánto nos reímos, pues jugando con playeras sobre césped y con todo mojado, aquello parecía una pista de patinaje. De los nuestros cayeron Alberto y Ale, pero hubo otros que tuvieron caídas más aparatosas que conseguían tener a todo el público muerto de risa, mientras que muchos jugadores se preocupaban más por mantenerse en pie que por tratar de hacer algo con el balón…
Con esto se acabó la primera parte del grandísimo día que pasamos, pero aún queda la segunda parte que la reservo para mañana… ¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?